martes, 30 de enero de 2007

Esa sensación

Podría decirse que salto en una pata. Ese es el sentimiento que alberga la totalidad de mi ser. Sé que suena un tanto cursi pero es la pura verdad. Se ha concretado aquello con J. Yo jamás pensé que fuera a darme cabida, de hecho jamás creo que una mujer vaya a fijarse en mí. No creo ser feo y tengo mi buen humor, pero a veces tal vez me excedo y quedo como un tarado. Quedo como un payaso incoherente y poco serio. Después de eso siento que pierdo toda chance, me siento como un perfecto imbécil y me deprimo todo un día hasta que de repente se pasa y me resigno. Pero he aquí que la vida me ha demostrado otra cosa. Hace ya un tiempo me besé con J. en la fiesta de egresados de la facultad. Fue algo bastante apasionado, y sin poder contener más esa calentura que nos dominaba, fuimos directo a concretar el asunto, pero los nervios me traicionaron y tuve una pésima performance. No vamos a extendernos en eso porque, tras conseguir relajarme con la desnudez, todo volvió a la hermosa normalidad. Hoy estuve con ella y la pasamos realmente bien. Fuimos a tomar algo a un bar por acá cerca de casa. Al principio no iba todo bien porque ella se cruzó con muchos amigos que al parecer frecuentan ese lugar. Y, también al parecer, J. me mostró su veta de chica bastante popular. Bueno, no, pero al menos ahí saludó como a diez personas. Fue incómodo, medio insoportable. Por un momento creí que los iba a invitar a la mesa. Eso hubiera sido lamentable, muy tedioso. Cada segundo que se acercaban a decirle algo, yo ponía una sonrisita de pelotudo y pensaba que estaban ahí hablando una eternidad. No se sentaron ni mucho menos, pero cuando nos íbamos J. se quedó hablando con ellos no sé que cosa y yo atrás esperando como un baboso. Al final nos fuimos y mientras íbamos por la calle parábamos a besarnos, por todos lados. Fue algo lindo, que no me pasaba hacía tiempo. No teníamos a dónde ir y los telos no me gustan para nada, además que no tengo plata para afrontar el gasto, así que volví a la usanza de ir a casa, con mis viejos durmiendo en el cuarto de al lado. Es algo incómodo, porque estoy seguro que tienen el sueño flojo y terminan escuchan todo lo que hago. Hace un tiempo, con otra chica, me pasó que vine acá y ella gemía como si yo le estuviera dando el sexo de su vida. Yo sabía que no era así, pero de todas formas ella tenía esa necesidad de expresarlo con unos gritos desgarradores, además de frases bastante cerdas, cosas que yo no me atrevería a decir, pero que, por otro lado, le daba a todo un marco de película triple X, lo cual, al fin y al cabo, resulta bastante excitante. Yo sabía, estaba seguro, que mis viejos estaban despiertos oyendo todo y realmente indignados. Yo trataba de taparle la boca. Vas a despertar a todo el edificio, le tuve que decir. Ella se rió y siguió gritando ante cada arremetida, cómo si la estuviera empalando. Yo se lo decía en serio, pero tampoco podía frenar la cosa. Al otro día mi viejo me preguntó si había estado viendo Masacre en texas. Ellos lo habían escuchado todo, y desde esa vez preferí evitar tener sexo en casa. Algo bastante penoso. Pese a eso, como decía, no teníamos donde ir y vinimos para acá, pero J. no gemía tanto y disfrutaba lo mismo, así que fue muy bueno. Tengo que decir que soy bastante pesimista y no sé cuanto me irá a durar esta extraña sensación, que quizás mañana se me ocurra creer que la cosa se terminó y que J. acabará encontrando a alguien mejor, alguien que la merece más, pero ahora prefiero irme a dormir con esta sonrisa de satisfacción. A veces uno lo consigue.

No hay comentarios: