sábado, 13 de enero de 2007

Abulia de sabado por la tarde

Hace unos cuantos días que no escribía. Estaba cansado, no sé, no tenía ganas. Quizás estaba mareado y nauseabundo de tantas ideas orbitando. Mi vida es algo así y ya empiezo a resignarme, aunque mi analista me haga creer lo contrario tras percibir el monto habitual. Soy una montaña rusa de estados anímicos, adrenalina y miedo, un gran suspiro cuando todo termina. Hoy ya me levanté de mal humor. No tenía cigarrillos y tampoco quería salir a comprar. Comí algo que había en la heladera, un arroz que me había echo ayer con trozos de carne que había sobrado de anteayer con un poco de crema, medio pesado. Creo que no ayudó a recomponerme. Me dije: quizás un libro haga bien, quizás trabajar un poco haga bien, quizás escucha música me haga bien, quizás salir a tomar aire me haga bien, pero al cabo desistí de todas las opciones y me puse a balbucear algunas cosas en la guitarra, cosas sin sentido y depresivas. Toqué algunos viejos temas que compuse hace un tiempo. Nada consiguió poner mi espíritu en equilibrio. Por qué? me pregunto, por qué habrá quien no se toma la vida así, que no se ahoga en un vaso de agua, lo único que hago con una asombrosa diciplina. Al final me armé de valor y salí a la calle, compré puchos y después, ya que estaba, anduve sin dirección un rato hasta que me aburrí y volví a la abulia del hogar. Me puse a leer sentado en la escalera que da al pequeño patio, pero los personajes me causaban cierta impresión, ciertas ganas de vomitar, y si bien la historia emepzaba a cautivarme, tuve que dejarlo, irremediablemente. Traté de animarme escuchando a Lennon. Me impresinó realmente como de repente había un sesgo de luz que empezaba a filtrarse desde lo hondo de mi angustia. Me puse a trabajar un poco. Me puse a fumar y a tomar una Coca. Eso me levantó un poco pero no lo suficiente, y al cabo de un rato volví a la guitarra e intenté tocar Love, nunca con esa cosa misteriosa que le imprime Lennon, por supuesto, pero al menos pude imaginar lo que sería volver a enamorarme. Por un instante todo fue melancólicamente perfecto, estaba sintiendo que había una posiblidad de creer que todo podía mejorar con un amor real, con un motor que te empuje a no desear cosas sin sentido, pero luego me asusté, pensé en todas esas obsesiones mías y en como habían arruinado la mayoría de las cosas que había querido, me sentí en una terrible y eterna soledad, un personaje trágico y desdichado, una mierda, un número desolado. Sigo fluctuando, sigo creyendo y descreyendo, sigo, qué se yo.

No hay comentarios: