martes, 6 de febrero de 2007

Reír (El peor artículo que escribí. Estaba cansado de no hacer nada)

Bueno, en la oficina hay tan poco trabajo que para mañana tengo pensado llevarme la almohada, la almohada y crucigramas o Sudouku, que es un juego que seguro inventaron en japón y viene en revistitas del estilo de los crucigramas, genial. Un amigo mio que estuvo en españa me dijo que casi se envicia con eso. Eso puede hacer que las manecillas del reloj corran para el lado correcto. Encima que es un trabajo malo, que te pone la estima por el piso, que te hace ver que has logrado poco (por más que tus padres sigan palmeándote la espalda.. vamos hijo, confiamos en tí), y que, por sobre todas las cosas sea mal pago, no hay nada por hacer, y el tiempo, como es de esperar, no pasa, el tiempo se pierde, se esfuma. Esto ya lo dije, sí, ¡ya lo dije!, me repito como un lorito con un trastorno obsesivo compulsivo. Esto me lleva a pensar, mi mente divaga y balbucea a través de sus oscuros recovecos, que nada, pero nada demasiado auguroso aguardo de todo esto. Creo que un escritor debe buscar experiencias nuevas, extrañas, sí, sobre todo extrañas, nada de ficción de fregadero, como decía Alfred, nada de nimiedades que te pasan en casa... ballenas, cazadores de ballenas, tiros, disparos, conspiraciones, amores imposibles, causas perdidas, historias ¿no?. Ahí, en esa triste y lugubre oficina, a la imaginación le dieron un disparo por la espalda. Yo digo, o me pregunto: ¿Qué voy a contar? ¿Que no pasa nada? Que mi vida es un asco, claro, eso no le importa a nadie, ni siquiera a mí, bueno, a mí un poco. Parece que Dios no se ha propuesto nada connmigo. Debería salir, hacer algo, vivir la vida, enamorarme, eh... ir a pescar centolla de alaska, sí, ¡eso! definitivamente eso, primero porque una vez probé la centolla y les aseguro que es lo mejor que pueden probar en sus vidas, segundo por la paga, vi en uno de esos documentales de Discovery que en una buena temporada sacan unos 130ooo dolares por persona, pero lo más importante, lo mejor de todo, es la anécdota, es haber participado del trabajo más riesgoso que puede haber, jugarse las pelotas por una anécdota. Para escribir hay que tener cicatrices de algún tipo, hay que tener huevos. Se sabe que Mario Puzzo estaba implicado en cuestiones de la mafia, si no no podría saber tanto al respecto, y, por más que sea un excelente escritor, eso lo llevó sin dudas a escribir la mejor historia sobre la faz de la tierra, todos lo saben. No digo que halla que jugarse la vida, o tener cicatrices que queden a la vista, pero no se puede ser tan cagón como yo, yo no podría ir a pescar centolla de alaska, primero porque no tengo plata para el pasaje, segundo porque nunca me contratarían... y mucho menos podría llamar a una mujer y decirle que quiero verla, al menos para que me diga que no. Hoy, en todo mi tiempo libre, lo único que hice fue pensar en si J. iba a llamarme hoy, si J. me quería o si no, si ya se la habían manoseado en la quinta a la que fue el fin de semana, si en realidad estaría pensando que yo soy un pésimo cojedor. Soy un pobre maniático. Obviamente que no me llamó, por supuesto, y casi me desmorono, como un imbécil, fui hasta el balcón y vi para abajo con cierto amor. No puedo más que reírme, soy un trágico, un peliculero de cuarta. En vez de buscar otras mujeres, otras experiencias, yo me quedo esperando a una. Soy un sentimental, un boludo del culo sobre el cual te podés reir en la cara. Pero bueno, yo también me voy a reír. Total...

1 comentario:

BinettiJA dijo...

uno no puede contra la propia estupida naturaleza.
como el escorpio y la rana